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28 Si no hay alguien que interprete, que el que hable en lenguas guarde silencio y que hable consigo mismo y con Dios.

29 Cuando tomen la palabra los profetas, que hablen dos o tres, y que los demás examinen lo que digan. 30 Si en ese momento alguien que esté allí sentado recibe un mensaje de Dios, el primero debe dejar de hablar.

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